Así que quiero creer que mi viaje innecesariamente a intempestivas horas servirá para algo aunque no lo pueda saber todavía. Porque sólo de pensar en lo feliz que estaría yo cogiendo el avión de las ocho de la tarde, me dan ganas de tirarme de los pelos. Con lo que a mí me gusta dormir… Si es que creo que para mí no existe un placer mejor que dormir. Soy tan feliz durmiendo. No entiendo a esos que dicen que dormir es perder el tiempo. Para mí es una gran inversión. Y la de esta noche me la han quitado.
28.2.07
Horas intempestivas
Así que quiero creer que mi viaje innecesariamente a intempestivas horas servirá para algo aunque no lo pueda saber todavía. Porque sólo de pensar en lo feliz que estaría yo cogiendo el avión de las ocho de la tarde, me dan ganas de tirarme de los pelos. Con lo que a mí me gusta dormir… Si es que creo que para mí no existe un placer mejor que dormir. Soy tan feliz durmiendo. No entiendo a esos que dicen que dormir es perder el tiempo. Para mí es una gran inversión. Y la de esta noche me la han quitado.
26.2.07
¿?
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Muy graciosa Victoria Beckham posando para los fotógrafos en la fiesta que "Vanity Fair" ofreció después de la entrega de los Óscars. Una pena que nadie lo haya colgado en You Tube.
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Hoy he leído en ese genial periódico que es “Qué” que los actores supervivientes de “Aquí no hay quien viva” que se van a la “secuela” de Telecinco no sobreviven como personajes, sino sólo como actores. Así, Fernando dejará de ser gay. Esto no puede ser.
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Enhorabuena a Penélope Cruz por su elección. Cuando lo hace bien, tenemos que reconocerlo. Sin embargo, mi adorada Kirsten Dunst iba horrible. Ese vestido con ese escote absurdo, por muy Chanel que sea, no creo que le quede bien a nadie. Tampoco a ella. Y el flequillo no le favorecía demasiado.
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Según Holly, coolhunter de Dior, Penélope no se quiso poner el vestido de Galliano por un problema de aceptación de talla.
Vistiéndonos
La forma de vestirse es un reflejo del alma, deja al descubierto mucho de nuestra personalidad, sigamos o no las tendencias. Todo el mundo elige su vestuario de acuerdo a unos principios, a una forma de ser y a una forma de enfocar su vida. Todavía no he conocido a nadie que no transmita quién es por su ropa. Hasta la persona que más pasa de la ropa, lo dice todo con lo que se pone. Tengo un amigo que va rebuscando en las basuras y encuentra las chaquetas más viejas, roídas y con más bolas del universo. Claro que a él le quedan muy bien porque es muy atractivo y como es escritor lo suyo es que lleve un look bohemio. Él quiere vender la imagen de que le da tan igual la ropa que se pone lo primero que pilla. Pero si no tiene pinta de ser de un mercadillo y no le da un aire retro, no se lo pone. Es decir, que si en el cubo de la basura se encontrara una camisa de Polo Ralph Lauren con el caballito, bien guardada en una bolsita y nuevecita, no se la llevaría. Lo cual prueba que la ropa no le da igual, que aquello que se pone tiene que enseñar a la gente que le da igual lo que se pone, aunque no sea cierto.
Por eso no me gusta la gente que acusa a la moda de ser superficial. Porque todos, absolutamente todos, transmitimos algo con nuestra forma de vestir. Y el hecho de que unos sigan unas tendencias no les hace ser simples ni superficiales. Y muchas veces a la moda se la acusa de generar necesidades vacías, incluso de tomar el pelo a la gente. Pero la moda hace lo mismo que todas las demás industrias: publicitar sus productos para vender más. Si los quieres los compras y si no, no los compras. Nadie te obliga. No puedes culpar a la industria de la moda de comprarte ese bolso de mil euros cuando no tienes dinero. Igual que no puedes culpar a la industria del motor de comprarte un coche que no necesitas. El problema lo tiene cada uno, ya que todos somos responsables de nuestros actos. Todos tenemos que guardar un equilibrio entre lo que ganamos y lo que gastamos y si lo rompemos, no será la sociedad la culpable por fomentar un consumismo excesivo, sino que seremos nosotros los que tendremos que asumir las consecuencias de nuestros actos por no saber contener nuestros impulsos. Respecto a lo de tomar el pelo a la gente, antes de que existieran las grandes marcas que parece ser nos tienen sorbido el seso, también existía la moda. Desde que el hombre es civilizado existe la moda. Desde Egipto a Grecia y Roma hasta la Edad Media y hasta nuestros días, los hombres y mujeres se han vestido de determinada forma según la época en la que vivieron y siguiendo las pautas que les marcaba su condición social. Ahora la moda es también un negocio, como todo ya en este mundo capitalista, del que, no lo olvidemos, viven miles de personas en el mundo entero.
22.2.07
La Biblia
Pero hay que reconocer que la misión de las revistas es simplemente proponer looks, ideas. Sería absurdo que comprásemos exactamente el conjuntito que publican. Pero si van a poner grandes marcas que no digan que es para mujeres reales. Porque en todo caso será para muy pocas mujeres y para inspirar a las mujeres reales, que no es lo mismo.
21.2.07
Elefantes
Vudú
¿Y a quién congelo yo si no sé quién puede ser? No se me ocurre quién pueda estar haciéndome vudú. Bueno, ahora que hago un repaso mental, me acuerdo del portero de mi oficina al que le he declarado la guerra dialéctica. He decidido que no tengo por qué saludarle si él no me saluda nunca. Y puede que, debido a su cabeza absurda y desamueblada, haya decidido hacerme vudú. Qué absurdo.
A gritos no se entiende la gente
20.2.07
Atropello con una bici
Hombre: “Bueno, no sabes, exasperante, no fue en Valencia, fue en un pueblo de Valencia, en un polígono industrial.”
Mujer: “Pero por allí no debía haber mucha gente, ¿no?”
Hombre: “No, estaba casi vacío. Estaba ya hasta los huevos del pueblo de Valencia y me quería volver a Madrid a descansar y un día llego al aparcamiento de dónde iba, dejo el coche, y de repente, ¡pumba!, un chino me atropella.”
Mujer: “Pobre tú…”
Hombre: “Me fui al suelo, yo casi llorando, harto del pueblo de Valencia, llamé a mi madre en plan “Mamááááá, que me han atropellado con una biciiiii”. Y mi madre flipada claro, diciéndome que sólo a mí me podía atropellar una bici. No sabes el cardenal que tenía la semana pasada.”
18.2.07
La vejez
Había una pareja de cuadros en casa de mi abuela que siempre me impresionó muchísimo. En uno aparecía una mujer joven, desnuda, en posición sensual, en tonos ocre. El otro era en tonos grises y era la misma mujer con muchos más años, con cara cadavérica y sentada en una silla de ruedas. Desde pequeña me ha impactado esta dualidad. Y después de un tiempo sin preocuparme mucho por la vejez, vuelven a asaltarme pensamientos sobre lo poco que me apetece ir madurando y que las arrugas y el mal funcionamiento se vayan instalando en mi cuerpo y en mi cara. Una de las cosas que más me horripila es no saber asumir la edad de uno. De momento puedo seguir jugando con la moda y atreverme con locuras que dentro de unos años me parecerán poco adecuadas para mi futura edad. O eso espero, que me parezcan inadecuadas y deje de hacerlas porque aunque lo más importante es que uno esté a gusto, me parece terriblemente patético ver a mujeres que ya no tienen edad con ciertos atuendos más propios de una niña de veinte años. Porque una con cualquier edad se puede vestir fenomenal, con elegancia y con clase, incluso queriendo ir rara, estrafalaria o diferente, pero también es muy fácil cruzar esa delgada línea del buen gusto y que la gente se extrañe al mirarte. No quiero ser una de esas mujeres mayores que la gente mira de reojo. Ni tampoco quiero ser una de esas que van con tirantes mostrando su piel irremediablemente estropeada. ¿Soy una carca mental?
Y mientras pienso en cómo conseguir que mi vejez sea lo más digna posible, el tiempo va causando sus estragos y poco a poco voy acercándome al momento de la inexistencia material. Y aunque sea imposible parar el tiempo y racionalmente sea capaz de asumir que cada etapa de la vida tiene su momento y que tan inherente a la vida es el nacimiento como lo es la muerte, soy incapaz de verlo con naturalidad. No puedo evitar querer que las arrugas se olviden de mí y que mis órganos vitales no se me vayan estropeando con el tiempo. ¿Para cuándo “Un mundo feliz” en el que la vejez no exista? Por lo menos nos ahorraríamos uno de los tragos. Sé que a la muerte no podemos renunciar por un simple problema de espacio. Pero a la vejez sí que podemos saltárnosla. ¿O no? No poder distinguir si ese hombre que te parece genial tiene ochenta o treinta tiene que traerte problemas, ¿no? Pero bueno, también nos trae problemas el que miente sobre su salud y no te cuenta que tiene una enfermedad incurable y contagiosa.
16.2.07
Las brujas pirujas
Síntomas de brujopirujismo:
- Es altamente improbable que te digan piropos el día que tú sabes que estás genial.
- Es posible que te digan que estás guapa ese día en que tú sabes que estás horrorosa.
- Suelen mentir. Al principio se las pilla mintiendo en tonterías, cosas sin importancia. Normalmente la mentira va in crescendo.
- Pasarán por encima de lo que tengan que pasar para conseguir al tío que les gusta. Por supuesto, les dará igual que tú lleves saliendo con él tres meses o tres años.
- Si no son rubias, se suelen echar mechas.
- Les dará igual dejar a las demás mal delante de mucha gente con tal de quedar por encima ella. No siempre lo consiguen, pero lo intentan con demasiada asudiudad.
Hay que tener por lo menos cuatro de estos síntomas para poder empezar a sospechar. Porque hay mujeres normales que pueden ser egocéntricas, egoísta y envidiosas de vez en cuando. Pero sólo la bruja piruja pasará por encima de lo que sea para conseguir su/s objetivo/s.
Los zapatos altos y bajos a la vez
15.2.07
Cupido y San Valentín
San Valentín: “Pues no sé, no tienen mucho en común.”
Cupido: “Bueno, parecen divertirse.”
San Valentín: “Sí, se divierten, en eso tienes razón. Pero sólo hablan de tonterías. No tienen nada en común aparte de la diversión y el sexo.”
Cupido: “Bueno, eso ya es mucho.”
San Valentín: “Sí, pero no suficiente. Cuando se pasen las noches de copas y diversión, cuando la pasión haya que suplirla y alimentarla con amor, cariño, respeto y conversaciones sobre los temas que les interesan, todo se derrumbará. Y lo sabes.”
Cupido: “Y qué. Tampoco es para tanto. Cuando ya no se soporten se separan y ya está. Mientras tanto se lo han pasado fenomenal. Seguro que lo prefieren.”
San Valentín: “¿Se lo has preguntado?”
Cupido: “Sabes que no puedo. De verdad que cuando te pones idiota no hay quien te aguante. Pero si ellos mismos saben que no pegan. Mira la trola que ella le acaba de meter. Que le gusta el cine de autor. Qué bueno. Me muero de la risa. Pero si no sabe lo que significa “cine de autor”. Mira, y ahora el otro se da cuenta de que ella no sabe de lo que está hablando porque ni siquiera sabe quién es Eric Rohmer y hace como si no se diera cuenta. Lo único en lo que piensa es en seguir llevándosela a la cama.”
San Valentín: “Cuando analizas todo desde ese punto de vista tuyo tan frío y calculador no me gustas nada.”
Cupido: “Ya. Pero tengo razón.”
San Valentín: “Y también yo.”
Cupido: “Sí, tienes razón en que no deberían estar juntos. Pero se merecen estar juntos. Por mentirosos y buscárselo ellos solitos. No somos sus papás. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen.”
San Valentín: “Les vas a juntar, ¿no? ¿Te da igual lo que yo piense? ¿No vas a darles la oportunidad de mirar a la persona adecuada?”
Cupido: “Ya la perdieron. Ellos mismos se lo han buscado.”
San Valentín: “Ya. Pero me dan pena.”
Cupido: “No pienses más en ello. Piensa en lo bien que nos lo vamos a pasar esta noche cuando terminemos de trabajar. Te quiero.”
San Valentín: “Yo también te quiero.”
14.2.07
Las contraseñas
13.2.07
Pregunta indiscreta
12.2.07
Queen Anne
Sencillamente, no soy capaz de emitir una opinión. Por supuesto, para empezar, está el tema moral. Cada uno tiene que saber las diferencias entre un método abortivo y uno que no lo sea para discernir si le parece ético o no. Pero en segundo lugar, vivimos en un mundo occidental tan acostumbrado a la química y a los medicamentos creados por el hombre que pocos confían en los remedios de herbolario. Yo nunca he confiado. Siempre que me ha dolido la cabeza me he tomado una aspirina. Mientras que Oriente no ha roto su relación con la medicina milenaria nosotros no hemos incorporado nada de lo anterior a nuestra medicina moderna. No sé si será un acierto o un error pero yo me siento mucho más segura en una consulta de un médico occidental que acaba de salir de la carrera que en la de un chino milenario. Y si cuando te pones a buscar información te encuentras con páginas como ésta se te quedan los ojos como platos. ¿Perejil y pastillas de vitamina C en la vagina para impedir el embarazo?
9.2.07
Mi sofá de Ikea
Un mes más tarde, ayer, llegué a casa para descubrir que alguien había roto el salero que teníamos. No me puse nada triste ya que nada más verlo hecho añicos en la encimera me acordé del de Zara y de lo mono que iba a quedar encima de mi mesa. Había sido fiel por rata, no por convicción. Toda contenta me he dirigido hoy a Zara dispuesta a llevarme el salerito y el pimentero incluso con algo de descuento teniendo en cuenta la época de rebajas en la que estamos. Peroooooo… se había agotado. Ha sido un duro shock. Sobre todo porque no hago más que pensar que tenía que haberlo comprado en su momento, que no tenía que haber sido tan cerebral. Y es que no he encontrado otro en Zara que me haya gustado. Y me he ido a Habitat con la vana ilusión de encontrar un salerito ideal allí. Pero tampoco. Me he acabado llevando uno que no me ha convencido, pero es que necesito un salero. Así que a partir de ahora estaré intranquila hasta que encuentre el salerito de mis sueños. Y cuando por fin lo encuentre y lo compre seré más consciente aún de la estupidez que cometí no comprando aquel primer salerito en Zara Home porque tendré uno de Habitat guardado en la estantería sin que nadie lo use y por el que he pagado la misma cantidad que quise ahorrar cuando evité la tentación. Vaya tontería. Moraleja: comprar por compulsión en ocasiones es recomendable.
8.2.07
Los euromillones
7.2.07
Los taxistas
Pero a pesar de ese par de incidentes defiendo a los taxistas de Madrid. No los cambiaría por los de Milán. En primer lugar porque los de Milán no saben conducir sin que te marees. Parece ser que su única preocupación es frenar y acelerar tanto como para gastar el depósito entero en cada carrera además de no entender que cuando uno rueda por una calzada antigua debe desacelerar en pro de la comodidad de los ocupantes del vehículo. Además les encanta que subas tú personalmente las cosas en el maletero. No hay un solo taxista de Madrid que no me haya subido las maletas/bolsas al maletero y en Milán sí he tenido que hacerlo personalmente por lo menos el treinta por ciento de las veces que he cogido un taxi llevando equipaje. Y además algunos de ellos intentan ligar asquerosamente dando palmaditas en el asiento de delante cuando ven que te tienes que sentar ahí ante mientras sonríen lascivamente como Alfredo Landa en su época dorada. Casi vomito. Además, como en Milán no tengo ni idea del camino a seguir cada día es una aventura. Nunca sabes si vas a tardar quince minutos o media hora, si va a costar diez euros o casi veinte. Pero el otro día me llevó un taxista milanés al aeropuerto superideal que hasta me subió las maletas al carrito. Ojala todos fueran así. Me pareció uno de los gestos más bonitos que había visto de gente desconocida en mucho tiempo. Me gustan esos gestos. Hacen que vuelvas a confiar en la bondad humana. Tendríamos que esforzarnos más por ser amables e intentar ayudar a la gente que no conocemos, aunque sea con un gracias, un buenos días (que alguien le diga al portero de mi oficina ya que es un estúpido, por favor – de verdad que he hecho mil intentos de normalizar los saludos pero si yo no digo nada antes, bajo ningún concepto, pase lo que pase, él no habla, hace como si no le viera– el otro día volví a subir las escaleras con mil cosas y de nuevo me ignoró – le habría tirado el portátil a la cabeza) o un gesto amable.
5.2.07
¿Cómo superar una ruptura sentimental?
Regla número 2: Pasado ese tiempo de autocompasión, llorar y estar de mal humor está prohibido. Hay que esforzarse en estar bien y tener la moral bien alta. Hay que quererse mucho, no pensar que ha sido por culpa de uno porque en una pareja siempre hay dos y ambos cometen errores. No hay que acordarse de las circunstancias externas que no ayudaron en la relación y que incluso la deterioraron. Una pareja debe ser lo suficientemente fuerte como para aguantar y superar toda clase de problemas.
Regla número 3: Salir y conocer gente. Por supuesto no dar de lado a los amigos de siempre, pero sin dejar de estar abierto a otro tipo de gente, ya sean del sexo que te atrae o de otro. Siempre viene bien ampliar círculos, conocer otros puntos de vista, además de ofrecerte la posibilidad de conocer otra gente a través suyo.
Regla número 4: Jamás, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, contactar con tu ex (obviamente, salvo que haya habido alguna desgracia personal grande). Si él se empeña en contactar explicarle/la que lo mejor es no tener contacto.
Regla número 5: Ponerte y sentirte guapo/a cada día.
Regla número 6: Sonreír mucho. Al principio será difícil, pero luego sale natural.
Regla número 7: Nunca, jamás, pase lo que pase, olvidar que la siguiente relación importante, como siempre, será mejor que la anterior. Nunca olvidar que se estará mejor que antes, que la vida volverá a ser de color rosa y que lo malo dura muy poquito.
¿Y por qué publicar esto hoy?
Razón: Alguien dio con mi blog buscando consejos sobre cómo superar una ruptura sentimental y no los encontró. Quiero que la siguiente persona que busque lo mismo los encuentre.
No puedo más
parfois j'aimerais mourir tellement y a plus d'espoir (a veces me gustaría morir no queda casi esperanza)
je ne t'aime plus mon amour (ya no te quiero mi amor)
P.D.: No es que esté en fase de JE NE T’AIME PLUS MON AMOUR, es que esta canción me ha encantado siempre, independientemente de mi estado de ánimo.
Por fin
Poco a poco me voy enterando de lo que ha pasado en España mientras he estado fuera (porque allí no tengo tiempo ni para enterarme de nada) y hasta ahora lo que más me ha impactado es la revolución que hay montada con la subida de las tarifas de Movistar, Vodafone y Orange. Me parece increíble que en uno de los países europeos donde la telefonía móvil es más cara las operadores opten por subir las tarifas después de una sentencia que les condena por tomarnos el pelo a todos los usuarios. Mañana mismo llamo a Yoigo.
También me ha parecido impresionante el horroroso vestido que llevaba Penélope Cruz en los premios Goya. Era súpersoso, le quedaba regular, el escote y el corte no le favorecían demasiado y encima se lo puso con un abrigo tres cuartos. Penélope, la próxima vez que lleves vestido largo o te lo pones con un abrigo igual de largo que el vestido o si no con una chaqueta o una estola o cualquier cosa similar. Por cierto, a pesar de que no me caiga demasiado bien, me alegro mucho por ella de que la hayan nominado al Óscar a la mejor actriz.
Y para terminar, me parece muy fuerte que el presidente del banco mundial lleve tomates en los calcetines. ¿Es por cutrerío, por vaguería, por dejadez, por desinterés? No lo entiendo sea por lo que sea.