9.1.07

Un restaurante griego


Es feo, cutre y con pinta de barato. Sólo puedes elegir entre tres menús degustación, los tres bastante caros y bastante malos en su relación calidad-precio. La vajilla es de duralex y la comida en general bastante incomestible. Menos mal que hemos pedido sangría y cerveza suficientes para olvidar estos hechos y poder llegar a hacer lo que habíamos venido a hacer: bailar encima de las mesas y romper platos.

Cuando ya terminamos la supuesta cena y el supuesto postre los camareros (que por supuesto no eran griegos) nos hacen subir a la planta de arriba donde van a ofrecernos el espectáculo. Allí hace un baile típico griego uno de ellos, el que parece que es el cabecilla en esto del baile, algo que queda demostrado en el segundo baile cuando vemos que los otros dos tienen que ir copiándole los torpes movimientos al otro. Es al principio de este segundo baile cuando el camarero rompe un plato tirándolo contra el suelo y uno de nosotros, emocionado ante la idea de que empiece por fin la diversión, coge uno de esos platos de duralex de encima de una de las mesas y lo tira con fuerza a los pies del camarero. Éste, sobresaltado, le mira bastante flipado y le dice que esos no son los platos para romper porque cortan y que los de tirar son unos especiales de escayola. Nos entregan sólo uno por persona y todos lo miramos con cierta tristeza en los ojos sabiendo que no va a ser suficiente. Después de un intento de baile comunal en el que había que tocarse los culos (situación un tanto violenta para cierta mujer en edad de merecer) orquestado por el camarero-cabecilla que finalmente nos deja tirar los platos de mentira. Los tiramos con fuerza. Parecemos turistas americanos en un “resort” en Hawai (yo nunca he estado en uno pero me los imagino así), nuestra diversión maniatada por la supuesta diversión organizada y ofrecida por el camarero-animador.

Decidimos que la siguiente vez que nos dé por romper platos los compraremos directamente nosotros, sin tener que volver a pasar por el restaurante. Así romperemos todos los que nos apetezca, hasta hartarnos. Queda por decidir en casa de quien organizaremos la cena. ¡Pido no!

No comments: