28.5.07

Una chorrada


Mi amigo guapo STG recibe un encargo: escribir una biografía. ¿Alguien escribirá mi biografía cuando yo muera? No es que mi vida sea especialmente diferente. Ni he descubierto la cura contra algo, ni soy un genio de las matemáticas, ni me lancé en picado contra un kamikaze en la segunda guerra Mundial, ni escribí – ni escribiré - una novela genial ni he hecho nada todavía que merezca una biografía. ¿Pero haré algo algún día que sea genial? Porque si lo hago es importante que empiece a anotar mis más oscuros secretos y mis más retorcidos pensamientos, no vaya a ser que parezca una persona que no soy sobre el papel. Porque aunque un biógrafo supongo que siempre rebusca y rebusca para intentar alcanzar ciertos visos de realidad, siempre hay cosas que quedarán en el tintero, detalles importantes que a lo mejor las pocas personas que conocían esa tontería del biografiado no considerarán importante y por tanto no contarán en ninguna conversación (si sobreviven a éste) al biógrafo.

Por ejemplo, una biografía sobre mí no tendría sentido sin la última tontería que se me ha ocurrido: el carnet por puntos de vestir. ¿Por qué hemos de sufrir los inocentes los crímenes visuales de los horripilantemente vestidos? Si el Estado considera que no podemos ver la campaña de Dolce & Gabbana no vaya a ser que alguno por ahí se inspire y le haga lo que le tiene que hacer como se lo tiene que hacer a sus parejas/mujeres, ¿por qué no iba a considerar la posibilidad de establecer un carnet por puntos para ahorrarme a mí y a treinta y nueve millones de españoles los horribles estilismos de los profanadores visuales? Dado que poner un carnet por puntos de vestir recortaría las libertades y derechos de las personas, habría que aplicarlo sólo en casos extremos de obvio y tangible daño al orden y tranquilidad pública. Sólo aquellos y aquellas que vayan provocando casi-vómitos por la calle y miradas de terror tendrán que ser amonestados con privaciones de puntos que si se agotaran obligaría a llevar un uniforme de pantalón, camiseta y jersey básicos, bien en blanco, en marino, gris o negro al delincuente visual. También podríamos añadir el carnet por puntos de oler.

Regla 1: Aquél que huela mal será obligado por un agente a ducharse y lavarse por las mañanas, así como a echarse un desodorante o antitranspirante adecuado a su capacidad olorífica.

Regla 2: Todo aquél que se eche demasiada colonia será obligado a lavarse en la fuente más cercana con jabón lagarto.

El autobús y el metro serían un lugar mejor.

P.D. MUY IMPORTANTE: Obviamente, el carnet por puntos de vestir y el de oler son una estupidez, atentan contra los derechos fundamentales y nunca estaría de acuerdo en que se impusieran. Pero no por eso dejan de ser graciosos.

4 comments:

T.T. said...

Eso va a pasar? WoOO, qué waaay con Silla de Cebra, jaja! Saludos, cuídate!

Anonymous said...

sí que tienes biografía... además, ¡como si no te quedara vida y obra!

Patri Jorge said...

se me ocurren muchas cosas a las que aplicar el carnet por puntos..muy bueno como siempre tú post. Abrazos.

SuzieMoi said...

Besoooooooooooos y gracias.