13.6.07

Olores


Aún a riesgo de que algún día la mujer de El Pobrecito, uno de mis compañeros de curro, pueda llegar a leer esto, no puedo hacer otra cosa sino denunciar el trato degradante y el envenenamiento que sufre éste, día tras día, sin saberlo. A eso de las dos de la tarde, de lunes a viernes en horario de invierno, de lunes a jueves en el de verano, en mi oficina empieza la gente a calentarse la comida en la cocina. El olorcito desagradable de la comida que no apetece comerse empieza a inundar el pasillo y los despachos. Cada día me hago la misma pregunta: ¿es posible que no se den cuenta de que lo que están comiendo la mayoría de ellos es un tanto, mmm, cómo decirlo, olfativamente – y por tanto deduzco que también gustativamente – desagradable? Algún día que he querido calentarme leche para el café después de las dos he renunciado después de abrir la puerta del microondas ante el irremediable olor que seguro iba a inundarla.

Todos los días laborables he de pasar por este calvario gustativo de dos a cuatro pero lo peor, lo más terrible y perverso, viene a las dos y media, hora en que El Pobrecito se calienta su comida. Todos los días, toque lo que toque (puré, guiso, fritura, pescado, carne…) su comida huele exactamente igual. Es horrible. Es uno de esos olores que poco a poco van llegando a tu nariz hasta que acaban inundándola por completo y consiguen que cualquier otra actividad quede impregnada de ese tufo tan aplastante que dan ganas de tirar la comida por la ventana. Algo debe haber en común en todas sus comidas que le da ese olorcillo, y supongo que peor sabor, tan terrible. Yo deduzco que debe ser forzosamente un veneno. Es imposible que haya alguien tan tonto en el mundo como para vender una especia que huela tan mal. Y si es veneno, ¿cómo es que El Pobrecito aún no ha acabado una tarde cualquiera en un hospital aquejado de dolores horribles? Porque lleva comiendo esa caca de vaca por lo menos seis meses. Algún efecto tendría que haber hecho ya el tóxico. Lo que menos entiendo es que él no se dé cuenta. Es imposible que no se haya percatado de que la comida que le prepara su mujer está asquerosa - porque os lo aseguro, se la prepara su mujer -. ¿A lo mejor le dará pena decirle que sus habilidades culinarias han empeorado en los últimos tiempos? ¿Acaso quiere tanto a su mujer que es incapaz de decirle la cruel verdad? Sea lo que sea, por respeto, por amor, por carencia total de papilas gustativas y sentido del olfato, El Pobrecito debería cortar esta situación de raíz. Ya no sólo por su saludo sino para salvar del vómito incontralable a los pobrecitos que comen con él.

9 comments:

Anonymous said...

Después de 5 años preparándome cada noche lo que luego comía al día siguiente en la oficina, renegando de los microondas, con arcadas muchos días por los efluvios abominables y en ocasiones aspecto atroz de la comida de la gente que me rodeaba, levantándome de la mesa cuando algún/a h.p. traía un pescado guisado en avanzado estado de putrefacción, ...

He pasado solo dos meses y medio comiendo en el restaurante que hay en mi nueva empresa y puedo decir sin ruborizarme que "ECHO DE MENOS EL TUPPER".

stg said...

el olor de las cocinas. cada vez que entro en la de mi curro pienso en el comedor del colegio. desde entonces perdí el apetito.
y te quejas del olor del micro, pero ¿qué me dices de aquellos que no limpian las gotas de grasa que derrama su tupper? ¿o del fregadero lleno de restos de comida?
en cuanto a tu pobrecito, ¿no utilizará el mismo aceite desde hace seis meses?

Anonymous said...

A mi lo que cada uno hiciese con su tupper me daba igual.

Lo que llevaba francamente mal eran las estalactitas y estalacmitas de comida reseca mal oliente dentro de los microondas. Cuerno, si se te cae algo de tu tupper con comida con extra de olorcillo apestoso o ese aceitillo rancio salpica las paredes del microondas que utilizamos todos, que trabajo te cuesta coger un papelito húmedo y limpiarlo pedazo de cochino/a????

No se si realmento lo echo de menos, estos comentarios me están haciendo revivir demasiadas experiencias traumáticas.

Anonymous said...

STG acabo de volver a leer tu comentario y te da asco lo mismo que a mi.

Pensaba que hablabas del que guarda el tupper con los restos de su comida mal oliente en la bolsa sin limpiar el tupper y apesta toda la zona de su puesto de trabajo durante el resto de la jornada laboral.

stg said...

puga, ¿en qué empresa trabajas? lo vuestro ya es bestial, qué imagen la de la zona tóxica...

esperamos un post sobre los cuartos de baño de empresa, moi.

Iris Riesgo said...

Arrrrrrrrgggg, yo puedo hablar del comedor de mi uni (que por cierto, directamente se llama "zona de peligro biológico" literal, os lo juro, si no me creéis acercáos a la facul de cc.políticas y sociología de la complu, en somosaguas) que es lo peor. Las mesas limpias no existen, de 5 microondas, sólo funciona 1, y son asquerosos. Además se juntan los olores de todos los cocidos, guisos y platos "de cuchara" los favoritos por los "escolares" Repugnante, no creo que sea mejor que los vuestros, no, creo que es mucho peor, haré fotos cualquier día para evidenciarlo...MUÁ.

Patri Jorge said...

me acabas de recordar, Plaza España, planta 25, donde Sas tenía la oficina (edif España) cocina....y ESOS TERRIBLES OLORES que salían.....quita, quita...me has trasladao a una de mis pesadillas de vivir en Madrid...Beso.

SuzieMoi said...

JaJa, me hago pis de la risa con vuestros comentarios!

STG, lo de los baños puede dar también mucho juego... Muy buena idea.

Anonymous said...

Es mi ex-empresa, me cambié hace 3 meses, no me cambié por eso, es que encima pagaban mal, por eso ibamos con el tupper claro.