14.6.07

Un mal día


La mala leche es muy mala. Nos hace tener días horribles. Porque el problema es que no sólo lo ves todo en plan negativo sino que al transmitir ese mal rollo vía karma la gente que te rodea decide tocarte las narices mucho más que cualquier otro día.

Una de las cosas que más le divierte hacer a los compis de trabajo con los que casi no tienes relación los días en los que no te aguantas a ti misma es hablarte de todas esas cosas, importantes y no importantes, de las que no hablas con ellos el resto de los días. Nos gustaría responderles: ¿Por qué precisamente tiene que ser hoy? ¿Es que no hay días en el año para darme la coña? ¿De verdad crees que esto me interesa? Pero no, somos incapaces de ser TAN maleducados. Aguantamos estoicamente las preguntas, rezamos para que después de la primera respuesta escueta con cara de “no me apetece un carajo hablar hoy con nadie” e incluso después nos sentimos culpables por haber sido tan bordes. Pero es que nosotros no les damos la coña nunca, ni cuando están de buen rollo ni cuando están de malo. Entonces, ¿por qué ellos a nosotros sí? No acabo de entender la necesidad de la gente por tener conversaciones triviales con gente que no le importa.

Otra de las cosas que pasa irremediablemente el día que estás de mal rollo es que nada funciona como debería. El ordenador se cuelga, la impresora se atasca, el teléfono se corta y el tráfico es horroroso. ¿Y por qué precisamente hoy que no podía llegar tarde? ¿Por qué no ayer, que yo era feliz y además no tenía dentista?

Por supuesto, si tienes jefe, el día que estés de mal rollo no va a parar de llamarte y pedirte todo tipo de cosas para ya. Todo esto sin tener en cuenta, por supuesto, que tienes otras miles cosas que deberías hacer urgentemente y que sus peticiones podrían ser resueltas la semana siguiente.

Es como cuando estás con el famoso síndrome premenstrual y tu novio se empeña en llevarte la contraria aunque sabe que tienes la razón. ¿Por qué no entenderán nunca que los días delicados es mejor no discutir? Si el mes tiene treinta días, ¿por qué no discutir los veinticinco días restantes en los que nuestros biorritmos son normales y no tan problemáticos? Pues no, parece que es mucho mejor y más divertido marear la perdiz que si no el amor se estanca y la monotonía se apodera de ellos. Igual que los perros huelen el miedo, los hombres huelen el síndrome prementrual.

Afortunadamente, el equilibrio cósmico te suele compensar los días malos con los buenos y el día siguiente de uno de esos días nefastos suele ser un día tranquilo en que la gente es amable, las dependientas son eficientes y sonrientes y tu jefe deja de pedirte datos que sabes que no va a usar nunca.

3 comments:

Anonymous said...

Que malos son los malos días...

Yo acabo de tener dos seguido y no es nada óptimo, menos mal que hoy las tornas han cambiado y tengo un día estupendo!!!

¡¡¡Feliz día a todos!!!

Iris Riesgo said...

Jajajaja, con lo del spm (menstrución) has dado en el clavo. Yo, por lo general, soy una persona alegre, pero el día antes de que me venga a visitar mi amiga la de rojo estoy... O me da por llorar o por ponerme de mala milk, pero nunca normal. Y si ya jode que te digan eso de "que pasa, ¿estas con la regla?" más jode que encima, tengan razón, que todo es por la puñetera menst. Mi madre siempre dice (mientras me retuerzo de dolor) que me alegre, porque el hecho de que me venga es síntoma de buena salud, y digo yo ¿a mi edad tengo que andar demostrando cada 28 días que mi salud es de hierro? MUÁ

SuzieMoi said...

¡Qué bien, Puga!

Irix, en el fondo tu madre tiene razón pero me parece complicado alegrarte cuando te estás muriendo de dolor. Eso es ser positivo, qué fuerte! A mí mi madre me dice eso en pleno proceso de retorcimiento y la asesino (mentalmente, claro).

Besoooooooos