12.7.07

Dientes


Thanks to Anónimo del post de ayer, me acuerdo de las dos veces que me han puesto fundas en las muelas de los dientes. Es un momento bastante patético cuando la dentista coge la paleta de colores y lo acerca a tus dientes para poder elegir aquél que se fundirá en perfecta armonía con tu boca. Y hacen como esas dependientas pelotas de las tiendas buenas que te preguntan si eres dos tallas más pequeñas de la que de verdad eres – cuando además sabes perfectamente que ellas saben perfectamente la talla que tienes porque por algo trabajan en lo que trabajan -. Empiezan por el blanco nuclear a comparar tono con tono y van yéndose hacia el amarillo sifilítico hasta que al final acaban en un punto intermedio que NO es el color de dientes que crees tener, ni mucho menos, el que quisieras tener. Los dentistas están poco avispados porque ÉSE es el momento en el que deberían ofrecerte el tratamiento de blanqueamiento dental más maravilloso, duradero, perfecto y caro del mundo entero.



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Sin duda la mejor historia de dientes que me sé es la de un hombre hecho y derecho al que le dolían las muelas todos los días a las nueve de la noche. Tan puntual era el dolor que él se preparaba en la mesa del comedor a las ocho cincuenta y cinco y colocaba encima de ésta varios tipos de analgésicos y anti-inflamatorios, además de un vaso de agua. Sentado y con todo preparado miraba el reloj hasta que daban las nueve en punto y como un poseso tenía que empezar a engullir medicamentos para no acabar tirándose por la ventana del dolor. El hombre en cuestión fue a varios especialistas que le miraban sorprendidos cuando les contaba la historia. Pero de todas las consultas se iba sin diagnóstico y, por tanto, sin solución. Hasta que al final uno de ellos, sin mediar palabra, le dio una receta. Al salir de la consulta el hombre miró lo que el médico había escrito en el papelito que pondría fin a sus males y vio que era un tranquilizante. Pensó que él no necesitaba ningún tranquilizante, arrugó el papel y lo tiró a la basura. Por supuesto nunca más volvieron a dolerle las muelas a las nueve de la noche.

Siempre que me acuerdo de esta historia pienso que es tan irreal que forzosamente he tenido que soñarla, que es imposible que esto le pueda ocurrir a alguien.

2 comments:

Iris Riesgo said...

Esa historia creo recordar que ya la había escuchado. Seré lerda, pero no termino de pillarla y encima me da miedo. Creo que quiere decir que en realidad el hombre no tenía nada, o estaba loco o algo así, pero mi cerebro no da para más, me lo empiezo a imaginar como un psicótico y mi mente se bloquea. Me lo expliquen. MUAAAAAAAA

SuzieMoi said...

JaJaJa... Es que la mente es mucho más poderosa que el cuerpo y puede crear dolor donde no lo hay.

Besoos!!!